domingo, 10 de junio de 2012

Somos lo que somos, ¿recuerdas?

Si me dedicas una sonrisa, quiero la mejor de todas. Si me regalas miedos, haz que se me pasen. Si me provocas celos, demuestra que soy tonta por sentirlos. Si no te agradezco bien las cosas... Déjame aquí y ahora. Sin un comienzo. Si te procuro decepciones, intentaré demostrar que puedo hacerlo bien. Si te he hecho sonreír en mitad de la noche mirando a la pantalla, mi esfuerzo valió la pena. Si desaparecemos... Desaparezcamos juntos. Vamos a París, a Roma a ver a el Coliseo o a volver a destruir el muro en Berlín. Vamos a fumar en Amsterdam. Vamos a besarnos en el London Eye. Vamos a quedarnos en Madrid, a sorprendernos en los rincones y a bebernos entre recuerdos e historias. Batallitas. Grandes guerras. Romeo y Julieta. Don Quijote y Dulcinea. Pero sin tantas pretensiones. En las calles, en un bar, como tiene que ser. Con una jarra entre los dedos. O tu pelo entre mis dedos. Tú eliges. Amigos o amantes. O nada de lo anterior. Lo contrario de lo que quiera el mundo. Somos lo que somos, ¿recuerdas? Siempre insisto en lo mismo, o tú y yo o nosotros. Pero nada intermedio en ese punto. Algo fuerte, puro y turbio al mismo tiempo. Deseos, estrellas, soplar un diente de león o que yo aún guarde aquella margarita, más de un año después, fugaz. Nunca olvidaré mi margarita. Nuestro día. Nuestro año. Juntarnos dos vidas. Dependo. Qué. Depende.

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