jueves, 31 de mayo de 2012

Tonto.

Tonto. Jugar a perder es lo nuestro, jugar a ese juego sin tener que discutir las reglas. Estamos de acuerdo, pero no dejamos de hacer trampas. No me dejas olvidar. Ni yo te dejo a ti. No es nuestro destino. Exacto, nuestro. O no. No sé. Esperar a que el tiempo nos alcance, porque hace ya mucho que cogimos carrerilla y le adelantamos. Ahora estamos en mitad del paso, y hay dos caminos. Podemos seguir juntos, asumir la locura, el riesgo y el dolor. Podemos decirnos adiós y el dolor es el mismo, pero peor, porque es en solitario, no hay apoyo. Caminar por el borde del acantilado y esperar que si resbalas te sujete la mano y te mantenga firme. Vamos dando tumbos, entre ser desconocidos y saber que te necesito. Tú no me necesitas, ya lo sé, para ti es más fácil. Tampoco es tanta pérdida. Sólo soy una cría. Joder. Duele pensarlo. En extremo. Aún pienso en ti cada vez que llego a aquel sitio. La primera vez. La segunda. Las siguientes. Ese sitio. Donde empezó y terminó todo. Me veo esperándote, pero no estoy. Ni tú vas a llegar. Ya no hay mucho que ocultar. Decepción, pérdida y falta de ganas. De nosotros. De volver a lo de antes. Tonto. No juegues. No abras la herida. No quiero dejar más agujeros. No quiero más clavos. Perderme, es lo que quiero. Esfumarme, yo fantasma. Tú feliz, es lo que quiero. Pero tonto, así no puedo.

martes, 22 de mayo de 2012

Sin.

Si este es el fin, que llegue pronto, por favor. Porque el viaje se me está haciendo eterno. Fin de todo, fin del mundo. Sin París, sin poesía, sin canciones, sin miradas secretas, sin besos con aliento de recién despierta. Sin paseos por el parque, sin restaurantes, sin arte, sin historias, sin Historia, sin sonrisas, sin helados, sin café, sin donuts, sin cerveza. Sin recuerdos. Sin noches, sin días, sin tardes. Sin engaños, sin secretos, sin confianza ni sinceridad. Sin nada. Vacío puro. Vacíame y punto. No quiero nada. No lo quiero si no lo comparto contigo. No la vida. Sí la ropa. Para sentir menos desnuda el alma. Fúmate un trébol de cuatro hojas, que no necesitas suerte. Vete ahora o no te vayas nunca más. Vuelve. Vamos a jugar a ese juego. A no tener que pelear. A no tener que discutir las normas. Ver nuestra película entre besos. Follar entre canciones. Rock de fondo. Todos ellos. REMemorar buenos ratos. Revisar los Strokes, trazos o como prefieras llamarlos. Dire o no Dire. Straits. Y así. F__ICIDAD. Ahí ya hablaba de ti. Everybody hurts si no le corresponden. Si es el fin del mundo. Si es, qué. Vete. No vuelvas a marcharte. Y menos a quedarte a medias. O ligas.

sábado, 12 de mayo de 2012

El 95% eres tú.

"Pues entonces hazlo por ti y para". Dije que no me rendiría hasta que tú no me lo dijeras. Me lo pediste. Me he rendido. Se acabó intentar mantener algo que no está a prueba de terremotos (mis errores), inundaciones (lágrimas) y amor. Amor en el sótano, la amistad siempre la puse por encima. Pero esto ya no se sostiene en pie, y ya no sirve atar la guía para no torcernos, es tarde para todo ello. Hace tiempo que no hay inundaciones. Río seca. Río de mentira, sin ganas. Río mirándote con disimulo. Río porque no sé odiarte ni olvidarte. Escucho nuestra música, pero no sirve de nada, no parece que vayas a volver nunca. Una vida sin ti, que no, que no me lo imagino. Que no la quiero, no quiero la vida si no estás en ella. Como amigo. Esa carta... Nunca supe qué piensas de todo aquello que dije. Todo lo que sentía, lo puse en un papel para que pudieras verlo cuando quisieras. Me llevó horas, días, semanas. No conseguía escribir. Dijera lo que dijese no era suficiente, no era lo que sentía. Lo mío es mucho más grande. Es todo esto. El 95% de esto eres tú. Sé que no es gran cosa, pero es lo mejor que tengo para ti. La única forma de decirte las cosas que no te puedo decir directamente. Que recuerdo todo, o casi. Que a cada célula de mi ser le encanta cada célula de tu ser. Guarda mi secreto.

domingo, 6 de mayo de 2012

M-

Creo que te echo de menos. O me da igual. O simplemente es que no sé ni quién soy después de veinticuatro horas sin dormir. Y siento agobio. Por todo. Por el miedo que tengo. Por las ganas que te tengo. Porque somos amigos. Porque te necesito a mi lado. Porque voy mirando a mi alrededor en busca de tus rizos. Porque lo que pedía hace apenas una semanas, el que durase muchos años, parece muy lejano, y el que hubiera algo más también. Ni besos ni sonrisas. Ni siquiera una mirada que me diga "te echo de menos, boba" ni siquiera un saludo al pasar a mi lado. Aunque no puedo quejarme. De momento no he hecho nada para impedirlo. Sólo buscar alguna señal. Pero haré algo, te juro que en cuanto encuentre fuerzas, lo haré. Pero necesito que me des una pista sobre si vale o no la pena intentar luchar. Un gesto. Una indirecta. Nada. Noche en vela, me acuerdo de ti cada minuto, de tus manos, de tu forma de mirar, de tus gestos. Tus dientes blancos, aunque no perfectos. Perfectos para mí. Esa forma de hablar que me hace reír. Algo. En los poemas. En los poetas. En los músicos y en cada nota. Tanto en tan poco. Pero todo toca su fin, o eso dicen las malas lenguas. No puedo decidir sola.