domingo, 6 de mayo de 2012

M-

Creo que te echo de menos. O me da igual. O simplemente es que no sé ni quién soy después de veinticuatro horas sin dormir. Y siento agobio. Por todo. Por el miedo que tengo. Por las ganas que te tengo. Porque somos amigos. Porque te necesito a mi lado. Porque voy mirando a mi alrededor en busca de tus rizos. Porque lo que pedía hace apenas una semanas, el que durase muchos años, parece muy lejano, y el que hubiera algo más también. Ni besos ni sonrisas. Ni siquiera una mirada que me diga "te echo de menos, boba" ni siquiera un saludo al pasar a mi lado. Aunque no puedo quejarme. De momento no he hecho nada para impedirlo. Sólo buscar alguna señal. Pero haré algo, te juro que en cuanto encuentre fuerzas, lo haré. Pero necesito que me des una pista sobre si vale o no la pena intentar luchar. Un gesto. Una indirecta. Nada. Noche en vela, me acuerdo de ti cada minuto, de tus manos, de tu forma de mirar, de tus gestos. Tus dientes blancos, aunque no perfectos. Perfectos para mí. Esa forma de hablar que me hace reír. Algo. En los poemas. En los poetas. En los músicos y en cada nota. Tanto en tan poco. Pero todo toca su fin, o eso dicen las malas lenguas. No puedo decidir sola.

No hay comentarios:

Publicar un comentario