domingo, 15 de julio de 2012

Mi paraíso.

¿Sabéis de esos sitios en los que el cielo es más azul y las hojas son más verdes que de costumbre? ¿Sitios en los que el sol brilla más y los pájaros cantan mejor? Y la arena es más blanca y suave que en ninguna otra playa y el mar es lo más limpio del país, donde la noche se mezcla con el día y la energía no parece gastarse nunca, donde las risas son más sinceras y la amistad más fuerte, donde suplicas al verano que dure un día más, y otro, y otro. Lugares donde el amor es más intenso y hay besos a decenas de pisos de altura, donde se ven el mar, el campo, el pueblo. Todo. Lugares donde sabes lo que vas a hacer durante el día, y al final cada día resulta distinto. Disfrutar, sumar, seguir, escuchar música, bailar, tomar el sol, provocar. Ser libre. Ser ese gato que mata a la curiosidad. Tontear y hacer el tonto. Ir de cerveza en cerveza. De chupito en mojito y del bar a la playa a las dos de la mañana. Volver cuando ya nadie se tiene en pie. Amanecer e ir a la playa. Reír, reír, reír. Sentirte más vivo que nunca. Echar Madrid de menos, pero no lo suficiente. Fuego y agua. Dragones y sirenas. Verano. Atar cabos y pulseras. Mirar de reojo. Soñar con que soñamos. Charlar bajo las estrellas en la arena. Amigos y más que amigos. La gran familia. Los de siempre, los nuevos, cada día más y mejor. No haberte acabado de ir y desear volver nuevamente. El paraíso. Mi paraíso.

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