sábado, 17 de septiembre de 2011

Veinte.

Le quiero en mi vida, pero siento que se me escapa, pero no sé si lo que escapa es él, o es mi vida. En mitad de un torrente de lágrimas llegó para recordarme lo que era la ilusión, y allí se mantuvo, tan cerca, tan cálidas sus palabras, tan amigo, tan... Tan auténtico. Y las canciones sonaban a ti, eras parte de la película, pieza fundamental del juego, y te fuiste, para volver. Aquella maravillosa cita, el metro inundado por las sonrisas, el restaurante, y aquel parque, eres muy bobo, te quiero. Y se reía porque no sé ir en bus, y hablaba, su vida, y yo escuchaba, entretenida, quizá demasiado vergonzosa como para intervenir mucho, quizá sólo quería escuchar su voz todo lo posible antes de volver a la realidad. Porque mi fantasía no se podía cumplir, éramos lo que éramos y de momento no podíamos ser más que eso, nosotros... No, nosotros no. Él  y yo. Por separado. Y ahora pienso que si un día desapareciera por completo, no desaparecería, quedarán el recuerdo de las noches, aquellas tardes mirando sin poder hablar, y su sonrisa, siempre su sonrisa, la adoro, me encanta, es lo que más me gusta en el mundo, poder besarla de sorpresa.

Como en aquella canción de Los Rodríguez, quiero ser el único que te muerda la boca.

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