miércoles, 14 de marzo de 2012

In-directas.

Falsedad. In-directas. Bronca. Mal. Todo mal. Y a pesar de los peces en el mar, de los botellines, de los tíos y de lo que puedan pensar, es importante. O conseguirlo, o destruir esto del todo, pero no quiero un término medio. O París o el infierno. Nada de Roma incendiada. Nada de Odiseas, ni Paris y Helena. No a Troya. Odio la música que me hace verte en mi cabeza, los recuerdos, odio tu voz. Odio tu sonrisa y tu mirada. Me da asco que te metas conmigo, que me llames pija y boba, que seas perfecto. Un perfecto imbécil. Pero al fin y al cabo, perfecto.

Amor-odio como droga más dura. Indecisión. Dudas. Marcar su número. No llamar. Cambiar su nombre por un insulto en la agenda del móvil. Evitar su sonrisa para no quedarte sin aliento. Buscarte entre los acordes de las canciones. Encontrarte. Joder, es un cobarde. Habla de mí. Se calló muchas cosas. Cabrón. Dime las cosas claras, no te andes con rodeos. La verdad, como un puñal, para lo bueno y para lo malo. Las razones por las que tendría que rendirme. Sin pensar. Actúa, es el escenario de tu vida, sé tú el protagonista, diciendo lo que es para ti la vida y el sueño, si las estrellas suicidas hacen que se cumplan los deseos o si el mundo es una mentira. Pero habla sin retorcer las cosas, habla de una vez.

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